Señor, inclina Tu oído y escucha, con la actitud de la más cuidadosa atención; abre, Señor, Tus ojos y mira, toda la forma de la oración mostrando la importunidad de la petición; y escucha las palabras de Senaquerib, que lo envió a reprochar, a amontonar desprecio sobre el Dios viviente.

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