Entonces dijo Ezequías a Isaías, sometiéndose mansamente al decreto del Señor: Buena es la palabra del Señor que has hablado. Aceptó la reprimenda. Y dijo, como para sí mismo: ¿No es bueno que la paz y la verdad estén en mis días? Reconoció la justicia, la fidelidad y la gracia de Jehová, aunque le dolía saber que el futuro traería tales males, por lo que no deseaba sobrevivir ni ver su ejecución.

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