porque tu corazón era tierno, no endurecido en obstinación y pecado como el de algunos de sus predecesores, y te has humillado ante el Señor, suplicándole con arrepentimiento y humildad, cuando escuchas lo que hablo contra este lugar y contra los habitantes de ella, para que se conviertan en desolación y maldición, y rasgues tus vestidos, y llores delante de mí, con terror, consternación y arrepentimiento, yo también te escuché, dice el Señor, es decir, su súplica de misericordia.

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