No obstante, el Señor no se apartó del ardor de su gran ira con que se encendió su ira contra Judá, a causa de todas las provocaciones que Manasés le había provocado. La ofensa dada por Manasés había sido tan grande y las consecuencias de sus muchas transgresiones tan profundamente arraigadas que ni siquiera esta reforma, con toda su demostración externa de éxito, fue incapaz de detener la marea de indignación de Dios.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad