Y cayó un día, por ese tiempo, que Eliseo pasó a Sunem, una ciudad en la parte norte de la llanura de Jezreel, en la ladera del Pequeño Hermón, donde había una gran mujer, una de considerable prominencia local; y ella lo obligó a comer pan, a participar de su hospitalidad. Y así sucedía que cada vez que pasaba, probablemente en su camino hacia y desde el Monte Carmelo, se volvía allí para comer pan.

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