El rey dijo también al sacerdote Sadoc: ¿Tienes un vidente? Vuelve en paz a la ciudad, y tus dos hijos contigo, Ahimaas, tu hijo, y Jonatán, hijo de Abiatar. David le pidió a Sadoc, como segundo sumo sacerdote y como profeta del Señor, que regresara a su lugar en el santuario, donde además podría observar los eventos a medida que sucedían.

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