El Señor, tu Dios, te levantará un profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo; a él le escucharéis. Con gran brusquedad, como es característico de la profecía, Narices predice aquí la venida de un gran y singular Profeta. Este gran Profeta se levantaría por la dirección especial del Señor, enviado por Él con un propósito particular. A Israel vendría para beneficio y salvación del pueblo del Señor.

No sería una criatura nueva, extraña, no enviada del mundo de los ángeles o de cualquier otra esfera, sino que surgiría de en medio de Israel, un descendiente de Israel según la carne, un verdadero ser humano. Como Moisés, este gran Profeta sería, y sin embargo lo superará en dotes de lo alto, lleno del Espíritu de Dios sin medida, el único Mediador final entre Dios y el hombre. Para Él, Moisés manifiesta obediencia total y absoluta, es decir, escuchar con el propósito de aplicar la palabra y actuar en consecuencia.

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