Y sucederá que, si no te deleitas en ella, después de celebradas las bodas, la dejarás ir adonde quiera, como una mujer libre, con los derechos de una israelita; pero no la venderás por dinero, tal procedimiento no debe pensarse en ella, no harás mercadería de ella, no intentarás un trato violento con ella vendiéndola como esclava, porque la has humillado, en haciendo uso del derecho del marido. Esta fue una provisión humana y misericordiosa, destinada a proteger la dignidad de la mujer y la santidad del matrimonio.

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