Porque Dios da al hombre que es bueno ante sus ojos, que vive delante de él en el temor de Dios, sabiduría, ciencia y gozo, como recompensa por su misericordia; pero al pecador, al impío, al incrédulo, le da dolores de parto, miseria y tribulación, para que recoja y amontone, para dar al que es bueno delante de Dios, inconscientemente, por supuesto, ya pesar de sí mismo.

Salomón, comportándose con piedad, disfrutó de su riqueza de acuerdo con la bendición de Dios sobre él; el mismo rey, abandonando los preceptos del Señor, se volvió infeliz, mientras que las riquezas que había acumulado se convirtieron en presa del rey egipcio, 2 Crónicas 12. Esto también es vanidad y aflicción de espíritu, pero la lección que enseña debe sea ​​escuchado bien por todos los creyentes.

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