Eclesiastés 2:1-26

1 Yo dije en mi corazón: “¡Ven, pues; te probaré con el placer y verás lo bueno!”. Pero he aquí que esto también era vanidad.

2 A la risa dije: “¡Eres locura!”; y al placer: “¿De qué sirve esto?”.

3 Propuse en mi corazón agasajar mi cuerpo con vino y echar mano de la necedad — mientras mi corazón siguiera conduciéndose en sabiduría — , hasta ver en qué consiste el bien para los hijos del hombre, en el cual se han de ocupar debajo del sol, durante los contados días de su vida.

4 Engrandecí mis obras, me edifiqué casas, planté viñas,

5 me hice huertos y jardines, y planté en ellos toda clase de árboles frutales.

6 Me hice estanques de aguas para regar con ellas un bosque donde crecieran los árboles.

7 Adquirí siervos y siervas y tuve siervos nacidos en casa. También tuve mucho ganado, vacas y ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén.

8 Acumulé también plata y oro para mí, y tesoros preciados de reyes y de provincias. Me proveí de cantantes, tanto hombres como mujeres; de los placeres de los hijos del hombre, y de mujer tras mujer.

9 Me engrandecí y acumulé más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén, y en todo esto mi sabiduría permaneció conmigo.

10 No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan ni rehusé a mi corazón placer alguno; porque mi corazón se alegraba de todo mi duro trabajo. Esta fue mi parte de todo mi duro trabajo.

11 Luego yo consideré todas las cosas que mis manos habían hecho y el duro trabajo con que me había afanado en hacerlas, y he aquí que todo era vanidad y aflicción de espíritu. No había provecho alguno debajo del sol.

12 Después yo volví a considerar la sabiduría, la locura y la necedad. Pues, ¿qué añadirá el hombre que suceda al rey a lo que este ya hizo?.

13 Yo vi que la sabiduría tiene ventaja sobre la necedad, como la ventaja que la luz tiene sobre las tinieblas.

14 El sabio tiene sus ojos en su cabeza, pero el necio anda en tinieblas. También yo entendí que lo mismo acontecerá a todos ellos.

15 Entonces dije en mi corazón: “Lo mismo que le acontecerá al necio me acontecerá también a mí. ¿Para qué, pues, me he hecho más sabio?”. Y dije en mi corazón que también esto era vanidad.

16 Porque ni del sabio ni del necio habrá perpetua memoria, puesto que en los días venideros ya habrá sido olvidado todo. ¡Y cómo muere el sabio junto con el necio!

17 Entonces aborrecí la vida porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; pues todo es vanidad y aflicción de espíritu.

18 Asimismo, aborrecí todo el duro trabajo con que me había afanado debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá después de mí.

19 ¿Y quién sabe si él será sabio o necio? Sin embargo, se enseñoreará de todo el duro trabajo con que me he afanado para hacerme sabio debajo del sol. También esto es vanidad.

20 Por tanto, volví a desesperarme con respecto a todo el duro trabajo con que me había afanado debajo del sol.

21 Porque se da el caso del hombre que habiéndose afanado con sabiduría, con conocimiento y con talento, deja sus bienes a otro hombre que jamás se afanó en ello. También esto es vanidad y un mal grande.

22 Porque, ¿qué logra el hombre de todo su duro trabajo y del conflicto de corazón con que se afana debajo del sol?

23 Porque todos sus días no son sino dolores; y su tarea frustración. Ni aun de noche reposa su corazón. Esto también es vanidad.

24 No hay, pues, mejor cosa para el hombre que comer y beber, y hacer que su alma vea lo bueno de su trabajo. Yo he visto que esto también proviene de la mano de Dios.

25 Pues, ¿quién comerá y se regocijará separado de él?

26 Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, conocimiento y alegría; pero al pecador le da la tarea de acumular y amontonar para que lo deje al que agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

CAPITULO 2

Salomón ahora prueba el placer y el lujo, reteniendo, con todo, su “sabiduría” humana (cap. 3:9), pero todo resulta en “vanidad” respecto al sumo bien.

1. Dije yo en mi corazón—(Lucas 12:19.) te probaré—por ver si puedes hallar aquel bien efectivo en el placer, que no hubo en la “sabiduría mundana.” Pero esto también resulta “vanidad” (Isaías 50:11).

2. risa—término que incluye la prosperidad, y el gozo en general (Job 8:21). Enloqueces—es decir, cuando se toma por el mayor bien; es inofensiva en su debido lugar. ¿de qué sirve—para conseguir el sumo bien? (cap. 7:6; Proverbios 14:13).

3-11. Ilustración más ampliada de los vv. 1, 2, 3. Propuse—después de inquirir en muchos proyectos. agasajarlit., arrastrar mi carne (cuerpo) al vino (inclusive todo banqueteo). Figura sacada del cautivo arrastrado tras el carro de guerra, en el triunfo (Romanos 6:16, Romanos 6:19; 1 Corintios 12:2); o bien, de uno que es seducido (2 Pedro 2:18). anduviese, etc.—Lit., “y mi corazón (aún) se portaba, o se guiaba, con sabiduría” (Gesenius.) Maurer traduce: “se cansó de la sabiduría” (mundana). Pero el fin del v. 9 apoya la versión inglesa: “enseñando aún a mi corazón la sabiduría.” la necedad—a saber, los placeres de la carne, llamados “locura” (v. 2). todos los días, etc.—Hebreo, el número de días de su vida (caps. 6:12; Job 15:20).

4. (1 Reyes 7:1; 1 Reyes 9:1, 1 Reyes 9:19; 1 Reyes 10:18, etc.) viñas—(Cantares de los Cantares 8:11.)

5. jardines—Hebreo paraísos, vocablo extraño; Armenio y Arabe: “recreo con flores y plantas cerca de la casa o castillo del rey.” Ningún paraíso terrenal puede hacer las veces del celestial (Apocalipsis 2:7).

6. estanques—para la irrigación de la tierra (Génesis 2:10; Nehemías 2:14; Isaías 1:30). Aún existen tres de tales depósitos, llamados las cisternas de Salomón como a dos mil metros de Jerusalén. bosque, etc.—“antes, el bosque que florece con árboles.” (Lowth.)

7. hijos de familia—“siervos nacidos en mi casa,” estimados de más valor que los comprados (Génesis 14:14; Génesis 15:2; Génesis 17:12, Génesis 17:27; Jeremias 2:14), llamados hijos de la sierva de uno (Éxodo 23:12; cf. Génesis 12:16; Job 1:3).

8. (1 Reyes 10:27; 2 Crónicas 1:15; 2 Crónicas 9:20.) tesoro … reyes … provincias—contribuciones de éstos, como tributarios del rey (1 Reyes 4:21, 1 Reyes 4:24); un sustituto vil de aquella sabiduría “cuya adquisición es mejor que el oro fino” (Proverbios 3:14). cantores—también David (2 Samuel 19:35). instrumentos, etc.—usados en los banquetes (Isaías 5:12; Amós 6:5); más bien, una princesa y princesas, de raíz árabe. Una esposa propia, o reina (Ester 1:9); la hija de Faraón (1 Reyes 3:1); otras mujeres secundarias, princesas, distintas de las “concubinas” (1 Reyes 11:3; Salmo 45:10, Cantares de los Cantares 6:8). (Weiss, Gesenius.) De ser omitidas éstas, la enumeración sería incompleta.

9. engrandecido—“Fuí grande,” opulento (Génesis 24:35; Job 1:3; cf. 1 Reyes 10:23). perseveró—(v. 3).

10. mi trabajo—para procurar el placer. ésta—este gozo evanescente fué mi única “porción de toda mi labor” (caps. 3:22; 5:18; 9:9; 1 Reyes 10:5).

11. Pero todas estas cosas percibí que eran sólo “vanidad,” y de ningún “provecho” tocante al bien principal. La “sabiduría” (el sentido común mundano, la sagacidad), que aun “perseveró conmigo” (v. 9), me enseñó que éstas no me podían proporcionar la sólida felicidad.

12. Había probado la sabiduría mundana; (cap. 1:12-18) y la necedad (placer necio 2:1-11); ahora las compara (v. 12), y halla que mientras que la sabiduría (humana) excede a la necedad (vv. 13, 14), con todo, un evento, la muerte, toca a ambas (vv. 14-16), y así la riqueza adquirida por el trabajo del sabio puede pasar al “necio” que no trabajó (vv. 18, 19, 21); por lo tanto, todo su trabajo es vanidad (vv. 22, 23). porque, etc.—(cap. 1:9.) Parentético. El investigador futuro no podrá trazar nada “nuevo” de modo de llegar a una conclusión diferente de la mía al comparar “la sabiduría y el placer necio.” Holden, con menos elipsis, traduce: “¿Qué, oh hombre, vendrá después del rey …?” Mejor, Grocio: “¿Qué hombre podrá venir después del (rivalizar con el) rey en las cosas que están hechas?” Ningún otro podrá tener los mismos medios para probar lo que pueden hacer todas las cosas terrenas por satisfacer al alma: a saber, la sabiduría mundana, la ciencia, las riquezas, el poder, la longevidad, todos combinados.

13, 14. (Proverbios 17:24.) El “sabio” de este mundo tiene buen sentido en el manejo de sus asuntos, el arte y buen gusto en la edificación y en la plantación, y se mantiene dentro de los límites seguros y respetables en el placer, mientras que el “necio” es falto en este respecto (“tinieblas” equivale a error fatal, infatuación ciega), con todo, un evento, la muerte, acaece a ambos (Job 21:26).

15. para qué—“¿Por qué entonces fuí más sabio?” (2 Crónicas 1:10). pues—puesto que tal es el caso. esto—a saber, el seguir a la sabiduría (mundana), que nunca puede tomar el lugar de la verdadera (Job 28:28; Jeremias 8:9).

16. memoria—una gran ambición de los mundanos (Génesis 11:4). Sólo los justos la alcanzan (Salmo 112:6; Proverbios 10:7). para siempre—memoria, o reputación perpetua. venideros—Maurer: “En los días venideros todas las cosas hará mucho tiempo estarán olvidadas.”

17. Desengañado en un experimento tras otro, queda aburrido de la vida. El apóstata debiera haber reflexionado como el hijo pródigo (Oseas 2:6; Lucas 15:17). me era fastidiosa—(Job 10:1.)

18, 19. Le restó una sola esperanza a este decepcionado mundano, a saber, la perpetuación de su nombre y sus riquezas, afanosamente reunidas, por medio de su sucesor. Porque el egoísmo es mayormente la raíz de la alegada providencia de los padres mundanos a favor de sus hijos. Pero ahora el recuerdo de cómo él mismo, el hijo piadosamente criado de David, había menospreciado el mandamiento de su padre moribundo (1 Crónicas 28:9), le sugirió triste presentimiento cuanto a lo que Roboam, su hijo de la idólatra amonita, Naama, resultara ser; presagio realizado en demasía (1 Reyes 12; 1 Crónicas 14:21).

20. Desesperado me deshice de toda esperanza de fruto permanente de mi trabajo.

21. hombre—Dado el caso que hay tal hombre. con rectitud—más bien, “con éxito,” como el hebreo se traduce en el cap. 11:6 “prosperar”, mas la margen lee “con rectitud.” mal grande—no en sí mismo, porque éste es el curso ordinario de las cosas, sino “mal” con respecto al bien principal, que uno hubiese trabajado tan sin provecho.

22. El mismo sentimiento que el del v. 21, expresado interrogativamente.

23. El único fruto que él tiene no sólo son los dolores en sus días, sino que todos sus días son dolores, y su trabajo, (no sólo tiene dolores envueltos en él, sino que él mismo es) dolor, o tristeza.

24. Esta versión da un aparente sentido epicúreo, contrario al contexto. El hebreo es, lít., “No es bueno al hombre comer y beber, y hacer que su alma vea el bien” (o “manifestar su alma, en sí, alegre”), etc. (Weiss.) Según Holden y Weiss, el cap. 3:12, 22 difiere de este versículo en texto y sentido; aquí quiere decir el escritor que “No es bueno que el hombre banquetee, ni que aparente estar falsamente alegre en su alma;” así se refiere aquí a la falsa pretensión de felicidad adquirida por uno mismo y para sí mismo, y en los caps. 3:12, 22, y 5:18, 19, al verdadero ver, o hallar placer cuando Dios lo da. Allí se dice que es bueno al hombre gozar con satisfacción y gratitud las bendiciones que Dios da; aquí se dice que no es bueno que uno tome para sí un placer irreal mediante el banqueteo, etc. también … esto—Percibí por la experiencia que el bien (placer verdadero) no ha de recibirse a voluntad, sino que viene sólo de la mano de Dios (Weiss) (Salmo 4:6; Isaías 57:19). O según Holden: “Es la ordenación de la mano de Dios que el sensual no tenga sólida satisfacción” (bien).

25. se cuidarálit., “se apresurará” en pos de los placeres (Proverbios 7:23; Proverbios 19:2); seguirá con avidez los goces. Nadie puede competir conmigo en esto. Si yo, pues, con todas mis oportunidades placenteras no pude absolutamente obtener el placer sólido de mi propia producción, aparte de Dios, ¿quién lo puede hacer? Dios misericordiosamente escatima a sus hijos el triste experimento que hizo Salomón, con negarles los bienes que ellos a menudo desean. Les da los frutos de la experiencia de Salomón, sin que ellos paguen el alto precio con que Salomón la compró.

26. Es la verdad, literalmente, en la teocracia judaica: y hasta cierta medida en todas las edades (Job 27:16; Proverbios 13:22; Proverbios 28:8). Aunque la retribución no sea tan visible e inmediata ahora como entonces, no es menos real. La felicidad aun aquí es más verdaderamente la porción de los piadosos (Salmo 84:11; Mateo 5:5; Marco 10:29; Romanos 8:28; 1 Timoteo 4:8). para que dé—el pecador; eso es, inconscientemente, y a pesar suyo. El piadoso Salomón tenía satisfacción en sus riquezas y sabiduría, cuando Dios se las daba (2 Crónicas 1). El Salomón apóstata no tuvo felicidad cuando la buscaba en ellas aparte de Dios; las riquezas que él atesoró llegaron a ser el botín de Sisac (2 Crónicas 12).

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