Y el Dios que ha hecho que su nombre more allí, destruya a todos los reyes y pueblos que pongan en sus manos para alterar y destruir esta casa de Dios que está en Jerusalén, el templo debe ser inviolable para siempre. Yo, Darío, he hecho un decreto; que se haga con rapidez. De modo que se promulgó el edicto formal y solemne que protegía a los judíos en la construcción de su templo. Dios también tiene sus siervos entre los reyes y los poderosos de la tierra, que le obedecen y promueven la causa de su reino.

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