Y beber estaba de acuerdo con la ley, como exigía la etiqueta de la corte persa; ninguno obligó, no había necesidad de urgir, todos estaban dispuestos a mostrar su aprecio por la generosidad del rey; porque así había ordenado el rey a todos los oficiales de su casa que hicieran lo que quisiera cada uno, y que todos los invitados estuvieran a gusto y gozaran de la hospitalidad del rey. El contraste entre toda esta pompa y gloria y la presente desolación de ese país muestra la vanidad de todas las riquezas y el poder terrenales.

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