Sin embargo, todo esto no me sirve de nada, no podía satisfacerlo, no podía disfrutarlo con el grado adecuado de tranquila satisfacción, mientras veo a Mardoqueo, el judío, sentado a la puerta del rey, el hecho de que este miembro de un despreciado nación, de una raza de esclavos, podía desafiarlo negándose a darle el honor que deseaba, lo irritaba y estropeaba el disfrute de todas sus bendiciones.

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