Entonces tomó a Amán la ropa y el caballo, seguramente con indecible amargura en su corazón, y vistió a Mardoqueo, y lo llevó a caballo por la plaza de la ciudad, y proclamó delante de él: Así se hará al hombre a quien el rey agrada. al honor. La humillación fue aún mayor, en lo que respecta a Amán, porque ahora tenía que actuar como sirviente del judío despreciado y odiado.

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