Por tanto, los judíos de las aldeas, que habitaban en las ciudades sin murallas, fuera de la capital, hicieron del día catorce del mes de Adar un día de alegría y banquete, y un día bueno, una fiesta especial y de enviarse porciones unos a otros, hacer regalos como expresión de alegría y agradecimiento. Dios, que es el gran juez y vengador, a menudo le ha dado a su pueblo la victoria sobre sus enemigos. Y en el Día Postrero todos los enemigos serán derrocados y la Iglesia de Dios tendrá descanso y paz por toda la eternidad.

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