Pero los egipcios los siguieron con todos los caballos y carros de Faraón, su gente de a caballo y su ejército, y los alcanzaron acampando junto al mar, junto a Pihahirot, delante de Baalzefón. La enumeración detallada de la hueste de Faraón sirve para enfatizar la grandeza de su destrucción. Así es como los pecadores obstinados cierran deliberadamente los ojos contra las obras manifiestas de Dios y obligan a Dios, por así decirlo, a ejecutar justicia y juicio sobre ellos.

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