Y Jetro, el suegro de Moisés, tomó un holocausto y sacrificios para Dios, la creencia en quien había confesado tan abiertamente, dando evidencia de su fe con este acto de sacrificio. Y vino Aarón y todos los ancianos de Israel a comer pan con el suegro de Moisés delante de Dios. Los hijos de Israel podían entrar en comunión tanto religiosa como social con el hombre que había confesado tan abiertamente su fe en el Dios verdadero.

Comer pan ante Dios se decía de la comida del sacrificio, estando el Señor presente como el Invitado invisible. Así como Jetro participó aquí de las bendiciones de Israel, las naciones paganas en los años posteriores fueron llamadas al disfrute de la esperanza y las promesas mesiánicas.

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