El que ofrezca sacrificios a cualquier dios, excepto solo al Señor, será completamente destruido. Dado que el gobierno de los hijos de Israel era una teocracia, bajo el gobierno directo de Jehová, el idólatra perdió su vida. En la actualidad, sería incorrecto que un gobierno castigara la hechicería, la idolatría, la herejía, con la muerte o en cualquier forma, a menos que se haya causado un daño social; porque el estado se ocupa únicamente de los asuntos externos. Pero en lo que concierne a las congregaciones cristianas, no pueden tolerar ofensores de este tipo entre ellos, porque las transgresiones mencionadas son pecados capitales, que eliminan absolutamente la fe.

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