Y harás traer un becerro, el animal de sacrificio mencionado anteriormente, ante el Tabernáculo de Congregación; y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza del becerro, en un gesto que simboliza la transferencia de sus propios pecados y culpa al animal sacrificado, porque, de hecho, era necesario que sus propios pecados fueran expiados antes de que pudieran ofrecer sacrificio por los pecados del pueblo.

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