Además, dijo: Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Esta fue la declaración formal de majestad y poder. Donde se requiere liberación, salvación, allí el Ángel del Señor, Jehová, el Dios poderoso mismo, debe venir al rescate de los hombres débiles y pecadores. Pero donde Dios está presente y visita a sus hijos con misericordia, allí está asegurada la seguridad de todos aquellos que depositan su confianza en él.

Y Moisés escondió su rostro; porque tenía miedo de mirar a Dios. El hombre pecador no puede soportar la vista del Dios santo, y el ojo es naturalmente vencido por el esplendor que refleja la gloria del Señor.

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