Cualquiera que haga algo así, para olerlo, para disfrutar de su agradable olor, será cortado de su pueblo. Lo que estaba consagrado al Señor no debía volverse común mediante el uso profano. Así también la oración, que estaba simbolizada por el incienso, nunca debe hacerse con el espíritu de frivolidad, aunque ahora puede ser enviada al trono de Dios en cualquier lugar y en cualquier momento.

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