Es una señal entre los hijos de Israel y yo para siempre, el símbolo público y la expresión de la relación entre Jehová e Israel; porque en seis días el Señor hizo los cielos y la tierra, y en el séptimo día descansó y se refrescó. Como señala expresamente el texto, esta fase del tercer mandamiento, según la cual se apartó un día especial para el descanso total, concierne sólo a los hijos de Israel.

Para los creyentes del Nuevo Testamento, la observancia del Tercer Mandamiento consiste en esto, que con alegría escuchamos y aprendemos la Palabra de Dios. El que desprecia la predicación y la Palabra de Dios se destruye a sí mismo matando de hambre su alma.

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