Tampoco, además de esta nueva transgresión, dejó sus fornicaciones traídas de Egipto, ya que los becerros colocados por Jeroboam en Dan y Betel eran copias de los ídolos egipcios, de las estatuas de Apis; porque en su juventud se acostaron con ella, y le magullaron el pecho de su virginidad, y derramaron sobre ella su prostitución, la medida completa de su iniquidad idólatra.

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