Y Sarai dijo a Abram: Mi agravio sea sobre ti; He entregado a mi doncella en tu seno; y cuando vio que había concebido, fui despreciado en sus ojos. El Señor juzgue entre tú y yo. Este arrebato de Sarai fue totalmente injustificado; lo que estaba sufriendo le sobrevino como consecuencia de su interferencia con los planes de Dios. Sin embargo, quería que el agravio y la injuria que se le había acumulado le fueran imputados a su esposo, e incluso pidió a Jehová que fuera el juez entre ellos.

El estallido de ira de Sarai probablemente se debió a la misma indiferencia que Abram mostró con respecto a la esclava, porque ella quería que él hubiera visto y reprendido la insolencia de esta última, mientras que él sostenía que las relaciones en la casa no habían sido alteradas de ninguna manera por la consecuencia del plan de Sarai.

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