Entonces el Señor hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte del Señor desde los cielos. El Señor, es decir, el Hijo de Dios en la tierra, que estaba a cargo de esta sentencia de ira, hizo llover fuego y azufre sobre las ciudades condenadas por el Señor desde el cielo. Esta no es una descripción poética de una tormenta eléctrica severa, sino la narración de un evento real, de un cataclismo provocado sobre las ciudades pecadoras por un acto especial de la justicia vengativa de Dios.

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