Y Jacob se levantó muy de mañana, tomó la piedra que había puesto para sus almohadas, la erigió como columna y derramó aceite sobre ella. De este modo observó las ceremonias habituales de consagración al apartar este lugar como uno santificado por la aparición del Señor y al colocar la piedra que había cosido como su reposacabezas como prenda del santuario que se erigiría allí en el futuro.

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