Y cuando Raquel vio que no le había dado hijos a Jacob, Raquel envidió a su hermana y dijo a Jacob: Dame hijos, o moriré. La esterilidad fue considerada un castigo especial y una maldición de Dios en el Antiguo Testamento, especialmente en las familias de los patriarcas, en cuyo caso el anhelo del Mesías intensificó el deseo de tener hijos. Por lo tanto, Raquel, al ver a su hermana Lea teniendo un hijo tras otro, se llenó de envidia e impaciencia, creyendo, aparentemente, que todas sus oraciones por la prole eran vanas. Eso explica su arrebato de mal genio, que la llevó a afirmar que moriría de abatimiento y dolor a menos que Jacob lograra traer a sus hijos.

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