Si el Dios de mi padre, el Dios de Abraham y el temor de Isaac, es decir, el Dios a quien Isaac temía, objeto de su reverencia o veneración, no hubiera estado conmigo, de seguro me habrías despedido ahora con las manos vacías. Dios vio mi aflicción y el trabajo de mis manos, y te reprendió anoche. El servicio de Jacob en la casa de Labán es un ejemplo de verdadera fidelidad, que aquí se contrasta en todo momento con el egoísmo del anciano.

El verdadero creyente será diligente, fiel, concienzudo, cuidadoso de no descuidar ni desperdiciar nada de los bienes que le sean confiados, ansioso de servir a Dios y al prójimo con la obra de sus manos.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad