Y Esaú dijo: Déjame ahora dejar contigo, poner a tu disposición, algunos de los del pueblo que están conmigo. Y él dijo: ¿Qué se necesita? Déjame hallar gracia ante los ojos de mi señor. Así que Jacob, cortés pero firmemente, rechazó incluso una pequeña compañía de beduinos protectores. No era necesario, y por lo tanto, Jacob no quería molestar a Esaú ni imponerse obligaciones pesadas para con él. Jacob sabía, en primer lugar, que el ejército de los ángeles del Señor estaba con él.

Pero tampoco quería intimar demasiado con el pueblo de Esaú, quienes indudablemente no todos compartían los sentimientos de su líder. Los cristianos tratarán de vivir en paz con todos los hombres, pero siempre evitarán una unión íntima con quienes son distintos a ellos en asuntos espirituales.

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