Y Judá dijo: Que se lo lleve ella, no sea que seamos avergonzados; he aquí, envié a esta niña y no la has encontrado. Judá temía que cualquier búsqueda adicional de la mujer le traería, no una condena moral, sino una burla burlona. Era característico de los tiempos que no se sintiera culpable, pero expresaba su satisfacción por el hecho de que ella tuviera sus promesas, que valían más que el niño. Es sólo manteniendo el aspecto repugnante de los pecados y los vicios ante los ojos todo el tiempo que evitamos volvernos insensibles con respecto a ellos.

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