Para que no seamos avergonzados, o bien, para que su pecado no se conozca públicamente, o para que no se rían de él como un tonto por confiar en una prostituta con su sello y sus brazaletes. No expresa preocupación por el pecado, solo por la vergüenza. Hay muchos que son más solícitos en preservar su reputación ante los hombres, que en procurar el olor de Dios, para que no seamos avergonzados llegue más lejos con ellos que para que seamos condenados.

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