Y sucedió que en la mañana su espíritu se turbó, con el despertar completo vino la plena conciencia de importantes eventos pendientes; y envió y llamó a todos los magos de Egipto, ya todos sus sabios, hombres pertenecientes a la orden sacerdotal que se dedicaban a la astrología, los sueños, la adivinación y la magia, comúnmente considerados los sabios de la nación. Y el faraón les contó su sueño; pero no hubo quien pudiera interpretarlas a Faraón.

Con toda la sabiduría del reino a su disposición, fracasaron miserablemente, porque, como dice un intérprete, "Es la condenación de la sabiduría de este mundo ser mudo donde su conocimiento pueda ser útil, o se dependa de él". Interpretación de lo que se puede depender pertenece a Dios.

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