Y se dijeron el uno al otro: Verdaderamente somos culpables de nuestro hermano, porque vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba y no le escuchamos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia. Más de veinte años después de su crimen, sus conciencias les hacen confesar que en verdad estaban abrumados por la culpa a causa de su hermano, cuya profunda angustia y gritos desgarradores no los habían impresionado en ese momento.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad