Y Rubén les respondió, diciendo: Yo no os hablé diciendo: No pequéis contra el niño; y no oísteis? Por tanto, he aquí, también se requiere su sangre. Rubén no era de ninguna manera inocente en el asunto de José, y su presente recordatorio no era en el sentido de un reproche con el que pretendía aclararse. Pero declaró que su situación actual provenía de la justicia vengativa de Dios, quien así exigió la libertad y la sangre de su hermano de manos de ellos. Todas estas expresiones demostraron que los hermanos estaban profundamente arrepentidos de su pecado, porque voluntariamente se inclinaron bajo el castigo del Señor.

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