Y José vio a sus hermanos, y los conoció, pero se hizo extraño a ellos, y les habló ásperamente, literalmente les habló cosas duras; y les dijo: ¿De dónde venís? Y ellos dijeron: De la tierra de Canaán para comprar comida. A José le resultó fácil, incluso después de unos veinte años, reconocer a sus hermanos; su número, su idioma, su ropa, sus modales indicaban de inmediato quiénes eran.

Pero ninguno de ellos habría buscado a José en la persona de este despótico egipcio, cuya vestimenta y lenguaje les eran completamente ajenos. José les habló deliberadamente con dureza, con el fin de sondearlos, para saber si sus corazones habían cambiado en las últimas dos décadas. Aunque todavía los amaba, su trato les proporcionaría una sana disciplina.

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