Me has dado a conocer los caminos de la vida; Me llenarás de gozo con tu rostro.

Pedro les había dicho a los judíos que Jesús había sido entregado según la presciencia de Dios y que Dios lo había levantado de entre los muertos. Dado que estas dos declaraciones requerían prueba, el apóstol procede a darlas de las Escrituras. Cita Salmo 16:8 . Allí David dice ciertos hechos del Señor, y el Mesías habla a través de él.

El Mesías declara que Él contempla al Señor, Jehová, delante de Su rostro siempre; Está en el seno del Padre desde la eternidad hasta la eternidad. Dios, su Padre celestial, está a su diestra, como su defensa y ayudador, para que no pueda desanimarse permanentemente. Por eso el corazón del Mesías está lleno de alegría y Su lengua está llena de júbilo, Su alma está llena de gozosa confianza.

Porque su carne, su cuerpo vivo y animado, puede habitar en alegre esperanza; la vida entera del Mesías podía transcurrir en una contemplación confiada y tranquila del fin que le aguardaba. Porque el Señor, Su Padre celestial, no se rindió, ni abandonó, Su alma en el reino de la muerte, no le permitió convertirse en presa permanente de la muerte, ni le dio a Su Santo para ver la corrupción. Él sabe y está convencido de que Su alma no será entregada y abandonada en la morada de los muertos y la destrucción, que Su cuerpo no se pudrirá en la tumba según la experiencia común de la humanidad.

A diferencia de esto, el Señor le ha dado a conocer al Mesías los caminos de la vida; Lo ha llenado de alegría por estar en Su presencia sin interrupción. Para el Mesías, ninguna muerte, ni siquiera por un momento, rompería la unión entre Él y Su Dios y Señor. Nota: Las palabras del Salmo son una hermosa y clara exposición del Mesías con respecto a Su muerte y la glorificación que sería Suya a través de Su muerte.

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