el día veinticuatro del sexto mes, veintitrés días después del primer mensaje de Hageo, en el segundo año del rey Darío. Cuando la gente está llena del espíritu de arrepentimiento y del temor del Señor, es fácil para ellos asumir cualquier parte de la obra que el Señor les ha confiado y llevarla a un resultado exitoso, con Su bendición.

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