Seguramente se volverá violentamente y te arrojará como una pelota, todos enrollados como una bola de cuerda, en un país extenso, en una pradera ancha y abierta; allí morirás, y allí los carros de tu gloria serán la vergüenza de la casa de tu señor, es decir, la vergüenza que sufriría la casa de su amo por su culpa sería lo único que lo acompañaría a la tumba.

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