Y el pueblo será oprimido, uno por otro, y cada uno por su prójimo, habiendo desaparecido todo respeto por los derechos otorgados por Dios a los demás; el niño se comportará con orgullo contra el anciano, sin la más mínima consideración por sus superiores, y el vil contra el honorable, no sólo ignorando toda distinción de rango, sino dejando de lado el gobierno instituido por Dios. En otras palabras, a la tiranía le sigue el gobierno de la mafia, y esto, a su vez, por la anarquía, de modo que todo está alborotado, toda apariencia de control gubernamental se ha desvanecido.

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