Y él, el SEÑOR, les echó suertes sobre todas las fieras del desierto, y su mano les repartió por cordel, se las repartió, se las dio en heredad; la poseerán para siempre, de generación en generación habitarán allí, estas tristes criaturas ocupando el. tierra que había sido el orgullo de Edom. Así, Jehová siempre es el Protector de Sus hijos frente a todos los enemigos.

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