Puesto que eras precioso a mis ojos, valorado sumamente por el gran Dios, has sido honorable, estimado en gran manera a sus ojos, y yo te he amado, siendo este el punto culminante de sus amables seguridades; por tanto, daré hombres por ti y pueblos por tu vida, sacrificando a los impíos para librar a los que son suyos, como se dice en el versículo anterior. El Señor está tan ansioso por imprimir la grandeza de Su amor en la mente de Sus hijos que repite Sus tranquilizadoras declaraciones.

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