Ellos, los ídolos, se encorvan, se postran juntos, están completamente derrumbados; no pudieron entregar la carga, no pudieron salvar la carga de sus propias estatuas, no pudieron llevarlos a un lugar seguro, pero ellos mismos fueron al cautiverio, los mismos dioses de los babilonios capturados y llevados al exilio, una estocada sarcástica ante su impotencia. Esta introducción prepara el camino para una dura reprimenda de Israel por sus inclinaciones idólatras.

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