Y ahora, oh habitantes de Jerusalén y hombres de Judá, a quienes el profeta se dirige específicamente a sí mismo, apelando a ellos como jueces en esta difícil situación, juzgad, os ruego, entre mí y mi viña, tomando su decisión sobre la base de de los hechos que se les presentaron, que eran visibles incluso para el espectador casual.

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