Ellos, el pueblo de Judá, han sembrado trigo, han emprendido muchas cosas con el orgullo de su corazón, pero cosecharán espinas, todo lo contrario de lo que esperaban; se han sometido al dolor, agotando sus fuerzas y casi atormentándose en el esfuerzo por lograr sus orgullosos fines, pero no se beneficiarán, no obteniendo los resultados que habían anticipado; y se avergonzarán de sus ingresos, en las pequeñas cantidades que en realidad produjeron, a causa del ardor de la ira del Señor, que no permitió que sus orgullosos planes maduraran. Dios resiste a los orgullosos, pero da gracia a los humildes.

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