Y sus nobles, los poderosos, los gobernantes de la nación, han enviado a sus pequeños, ya sea a sus propios siervos o al pueblo en general, a las aguas; llegaron a los pozos, las cisternas para recoger el agua de lluvia, y no encontraron agua; regresaron con sus vasijas vacías, habiendo desaparecido las últimas gotas del precioso fluido; estaban avergonzados y confundidos y se cubrieron la cabeza, en exceso de dolor y dolor.

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