Así dice el Señor, al reprender la tendencia de Judá a depender de varios aliados paganos: Maldito el hombre que confía en el hombre, como lo hicieron los judíos al confiar en Egipto, y hace de la carne su brazo al depender de la fuerza de los hombres, y cuyo corazón se aparta del Señor, este hecho explica la razón de tan necia confianza en el hombre.

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