Maldito el hombre que trajo noticias a mi padre, diciendo: Te ha nacido un hijo varón, lo que lo alegra mucho, porque el nacimiento de un niño fue un acontecimiento muy feliz.

Y sea ese hombre como las ciudades que el Señor derribó y no se arrepintió, es decir, que destruyó sin misericordia; y escuche el grito de la mañana, es decir, el de los pueblos sitiados y oprimidos, y el grito del mediodía, el grito de batalla salvaje del ejército invasor,

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