Y sea aquel hombre como las ciudades que derribó el SEÑOR, y no se arrepintió; y oiga el clamor por la mañana y el clamor al mediodía;

Ver. 16. Y deja que ese hombre sea. ] Una maldición más amarga, pero sin causa. El diablo de descontento, donde prevaileth, hace salir el corazón a ser por el momento un pequeño infierno, una como vemos en Moisés, Job, David, Jeremías, los hombres unidos de otra forma de excelencias. Estos pecaron, pero no con pleno consentimiento. Un hombre piadoso tiene una pulga en su oído, algo por dentro, que dice: "¿Es bueno que te enojes, Jonás?" Jon 4: 4

a ταραττειν, de allí ταρταρος.

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