Se escuchó una voz en los lugares altos, el mismo escenario de sus idolatrías se convirtió en el escenario de su confesión abierta de sus transgresiones, llanto y súplicas de los hijos de Israel, una proclamación pública de su penitencia; porque han pervertido su camino y se han olvidado del Señor, su Dios, un hecho que ahora reconocen con profundo dolor. Entonces el Señor los llama:

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