Vosotros que habéis escapado de la espada, antes o antes de la toma de la ciudad, id, no os quedéis quietos, para no compartir la suerte de Babilonia. Acuérdate de lejos al Señor, Jehová, el Dios del pacto, y deja que Jerusalén entre en tu mente, para que se les ocurra de inmediato la idea del regreso a su país de origen y su capital. Pero el profeta ahora, en nombre de la congregación, da expresión a una objeción de su parte, con el propósito de eliminarla.

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